Frederick Grant Banting y Charles Best a principios del siglo XX, lograron un hito significativo en el tratamiento de la diabetes: la síntesis de la insulina.
Este es uno de los descubrimientos históricos en la medicina que cambió la vida de millones de personas con este padecimiento y marcó el camino para futuras investigaciones y descubrimientos en el campo de la endocrinología.
Antes de los decubrimientos de Banting y Best, la diabetes era una enfermedad devastadora y prácticamente intratable.
Las personas con diabetes tipo 1, tenían una esperanza de vida limitada, ya que los tratamientos disponibles consistían principalmente en dietas muy restringidas y poco efectivas para controlar los niveles de glucosa en sangre.
En 1921, Frederick Banting, un joven médico canadiense, tuvo una idea radical para abordar la diabetes. En sus investigaciones, llegó a la conclusión de que la diabetes estaba relacionada con la falta de una sustancia producida por el páncreas a la que posteriormente llamó insulina. Con esta idea en mente, Banting buscó apoyo para llevar a cabo experimentos que pudieran aislar y extraer la insulina para su uso terapéutico.
La diabetes tipo 1 es una enfermedad crónica que afecta la forma en que nuestro cuerpo maneja la glucosa, la cual suele ser llamada coloquiamente como azúcar.
Para entender mejor su funcionamiento, es importante saber que el páncreas, un órgano situado en nuestro abdomen, tiene varias funciones, y una de ellas es producir una hormona llamada insulina.
La insulina actúa como una «llave» que permite que la glucosa, proveniente de los alimentos que comemos, ingrese en las células de nuestro cuerpo para que estas puedan utilizarla como fuente de energía.
En la diabetes tipo 1, el sistema inmunológico, que normalmente protege nuestro cuerpo contra las infecciones, ataca por error las células beta del páncreas, encargadas de producir la insulina, como resultado, el páncreas deja de producir suficiente o ninguna insulina en absoluto.
La falta de insulina significa que la glucosa no puede ingresar adecuadamente en las células, y en cambio, se acumula en la sangre. Esto puede provocar síntomas como sed excesiva, micción frecuente, fatiga, pérdida de peso y dificultad para sanar heridas.
Para llevar a cabo su investigación, Banting reclutó a Charles Best, un estudiante de medicina excepcional y prometedor. Juntos, comenzaron una serie de experimentos en el laboratorio de John Macleod en la Universidad de Toronto.
El 16 de enero de 1922, llevaron a cabo su experimento más crucial: aislaron con éxito la hormona insulina de perros de laboratorio, permitiendo así su aplicación en el tratamiento de la diabetes.
El impacto de la síntesis de la insulina fue inmediato y significativo. En 1923, Banting y Macleod recibieron conjuntamente el Premio Nobel de Fisiología o Medicina por su descubrimiento.
Sin embargo, la contribución de Charles Best a este importante avance fue a menudo subestimada, lo que llevó a cierta tensión entre él y Banting. Aun así, la colaboración entre ambos fue fundamental para el éxito de la investigación y merece reconocimiento.
El descubrimiento de la insulina no solo salvó innumerables vidas, sino que también allanó el camino para futuras investigaciones y avances en el campo de la endocrinología. Desde entonces, se han realizado mejoras en la producción y formulación de la insulina, lo que ha permitido un control más preciso de la diabetes y ha reducido las complicaciones asociadas con esta enfermedad.
Actualmente el tratamiento principal para la diabetes tipo 1 consiste en administrar insulina de forma externa, generalmente mediante inyecciones o bombas de insulina, para ayudar a que la glucosa ingrese en las células y mantener los niveles de azúcar en sangre bajo control.
Es fundamental que las personas con diabetes tipo 1 aprendan a controlar sus niveles de glucosa mediante la medición regular de la glucosa en la sangre, una alimentación saludable y el seguimiento de las indicaciones médicas.
Aunque la diabetes tipo 1 no tiene cura, con un manejo adecuado, las personas que la padecen pueden llevar una vida saludable y activa. El descubrimiento de la insulina marcó un antes y un después en la historia de la medicina, y su síntesis sigue siendo un ejemplo inspirador de cómo la ciencia puede marcar una diferencia significativa en la vida de las personas.