El Solitario George muere el 24 de junio del 2012 y con él se produce la extinción de Tortugas Gigantes de las Islas Galápagos.
Los esfuerzos de 20 años para reproducir crías hibridas tampoco pudo salvar la especie.
La cacería de tortugas gigantes por parte de pescadores locales y de piratas que seguían la ruta comercial fue una constante que limitó el crecimiento de la población, lo que inició el camino a la extinción de tortugas gigantes.
Sin embargo cuando Charles Darwin publicó sus trabajos sobre las islas Galápagos, la euforia de aficionados al naturalismo provocó que los ejemplares de mayor tamaño fueran capturados y vendidos a colecciones privadas y a galerías de museos que las exhibían.
También fue una mascota exótica predilecta de los personajes adinerados de la época.
El trafico de las Tortugas Gigantes de Gálapagos también tenía otro fin comercial.
Durante la «Fiebre del Oro» en la Sierra Nevada de California, se buscó una forma de alimentación práctica que no necesitara cuidados como el ganado convencional y que no implicara que los mineros salieran a cazar.
Por ello la venta de tortugas fue creciendo al punto de que cargamentos enteros eran traídos desde Galápagos, tanto de tortugas marinas como terrestres.
Estas últimas fueron saqueadas al punto de casi desaparecer.
En 1971 encontraron a “George”, el último ejemplar de Chelonoidis abingdonii , lo que inició un programa para salvaguardar las islas y todas sus especies endémicas del saqueo y la depredación comercial.
Sin una hembra de la especie Chelonoidis abingdonii todos los esfuerzos evitar la extinción de tortugas gigantes y reproducirlas fueron un fracaso.
También se intentó la hibridación con especímenes de otras tortugas cuyo parentesco genético era lo más cercano, sin éxito.
La popularidad de George en los años noventa creció por la visita de celebridades al centro de estudio donde habitaba, lo que incrementó el flujo turístico en lo que era llamado el “santuario conservacionista”.
Esto creó un conflicto entre los residentes locales que exigieron seguir con la pesca de pepino de mar (Holothuroidea) en zonas protegidas, llevando en 1995 al secuestro de las instalaciones del Centro de Investigación de la Isla de Santa Cruz bajo la amenaza de matar a “George”.
El monto del rescate aún se mantiene privado, sin embargo 81 tortugas gigantes que se encontraban en el refugio fueron masacradas de manera violenta.
Pese a que las Islas de Galápagos fueron declaradas como Reserva Natural, la pesca furtiva de pepino de mar y de tiburones de Galápagos por su aleta, han incrementado la vulnerabilidad de este singular ecosistema marino.
La extinción de tortugas gigantes a manos de la humanidad, no ha sido suficiente para proteger a otras que se encuentran en riesgo.
Tal es el caso de México en donde se tienen 8 especies de tortugas en Estado Critico de Extinción, y que no cuenta con presupuesto para su protección, ni inversión para su estudio.
En el caso de la Chelonoidis abingdonii, el material genético recolectado del Solitario George ha desatado un debate bioético sobre la viabilidad de la clonación.
En caso de hacerse, el espécimen que se logrará desarrollar tendría los mismos problemas fisiológicos que impidieron la reproducción de de George, lo que implica un gran costo.