Hoy en día nos es difícil de creer alguien pudiera pensar en arrojar intencionalmente dos millones de llantas en el océano para tratar de ayudar a la vida marina, pero en la década de 1970 parecía una buena idea.
En 1972, Broward Artificial Reef Inc. (BARINC) ideó un plan que finalmente conduciría a un desastre ambiental: combinar el problema de deshacerse de llantas usadas con el deseo de crear un “arrecife artificial” con dos millones de llantas viejas.
La idea fue recibida con entusiasmo y atrajo a más de 100 barcos de voluntarios que se dedicaron a verter las llantas además del apoyo del barco USS Thrush de la Marina Estadounidense y de la compañía Goodyear Tire & Rubber Co que donó llantas y material para unirlas.
Goodyear aprovechó la oportunidad de hacer publicidad llevando su dirigible para arrojar una llanta pintada de dorado en la ceremonia que dio inicio al proyecto. Un comunicado de prensa de la compañía afirmaba que los neumáticos «serían un refugio para peces y otras especies acuáticas» y resaltó que «los neumáticos de desecho tienen un excelente material para crear arrecifes».
La idea, aunque bien intencionada, resultó ser un desastre, un completo accidente automovilístico bajo el agua.
Ray McAllister, profesor de ingeniería oceánica en la Florida Atlantic University quién contribuyó a organizar el proyecto declaró en el 2007 : “era una buena idea para proporcionar un hábitat para las criaturas marinas y así duplicar o triplicar las poblaciones en esa área, pero, simplemente no funcionó de esa manera, ahora miro hacia atrás y veo que fue una mala idea”.
Hundir materiales hechos por el hombre para hacer arrecifes, no es del todo una mala idea. Los naufragios, por ejemplo, son la forma más común de arrecifes artificiales, seguidos de los barcos hundidos intencionalmente, que proporcionan un hábitat seguro para las criaturas marinas, pero arrojar caucho es un error debido a la composición liviana del caucho que lo hace estar a la deriva y con ello que se rompan las llantas.
Solo unas pocas especies de esponjas crecieron de manera escasa en el vertedero y las corrientes oceánicas desplazaron a miles de llantas que chocaron contra arrecifes naturales aplastando corales y otras especies. En resumen, “son una máquina de destrucción, que constantemente aniquila corales”, como lo señaló William Nuckols coordinador de un esfuerzo de limpieza en el 2007.
Voluntarios y varios grupos han intentado recuperar las llantas desde que quedó claro que el proyecto había fracasado, pero la magnitud de esta tarea es abrumadora que incluso el Ejército estadounidense se involucró logrando retirar 72 mil neumáticos, antes de que se contratara a la empresa Industrial Divers Corporation que ha eliminado cientos de miles sin llegar a disminuir de manera significativa el vertedero.