De acuerdo con PNUMA se estima que la producción legal de bolsas plásticas llega a los 500 mil millones al año, de los cuales tan solo el 10% se recicla aunado a esto la producción no registrada puede llegar a triplicar la cifra.
El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) estableció el 3 de julio como el Día Internacional Libre de Bolsas de Plástico, con el fin de informar que su uso genera un impacto negativo en el medio ambiente, sin embargo la falta de planeación de Estados miembros de esta comisión llevaron a malas prácticas como la contaminación masiva y la explotación laboral.
La prohibición de las bolsas plásticas sin las regulaciones adecuadas generó otro tipo de basura plástica no contemplada por los acuerdos y las leyes de cada país, que son las llamadas “bolsas ecológicas”.
En la elaboración de bolsas ecológicas es común el uso de friselina y cambrel ambas hechas con polipropileno sellado al alto calor con adhesivos, lo que permite que su acabado se realice directamente en la fábrica con puntadas térmicas que derrite el plástico y le une cuando se enfría, lo que le convierten en un producto barato aún cuando es poco resistente y terminará desechado al poco uso.
Su impacto ambiental es similar al plástico, pero su uso publicitario con la impresión de logotipos de tiendas aumenta los químicos que serán liberados al simple contacto con el agua.
La creciente demanda ha superado la capacidad de muchos países para regular las industrias, por lo que se tiene un producto que se degrada en más de 200 años, genera un alto consumo energético y deshecha gases de efecto invernadero para procesarlo.
Además de que contribuye al subempleo en países asiáticos, donde se elaboran a un precio ridículo fomentando el comercio de importación desproporcionado.
El uso de otras telas sintéticas que tienen una base poliéster, comienzan su degradación tras cinco años cuando se desprenden los tintes tóxicos que le dan color y y termina en aproximadamente 200 años por su base plástica.
Se puede argumentar que no se trata de una bolsa de un solo uso, sin embargo la manufacturación es deficiente, al no contar con refuerzos en el acabado lo que limitará su utilidad al romperse en poco tiempo. Una maquila por ese trabajo es mal pagada, se debe de trabajar a destajo para que una persona pueda cumplir con las cuotas de las fábricas, lo que contribuye a la explotación laboral.
Es prioritario dejar de usar bolsas plásticas pero con opciones sustentables como algodón, bambú o yute, con una buena manufactura y a un precio justo.
Una verdadera bolsa ecológica es aquella que nos dura años y que al ser desechada su impacto sea mínimo.